Mil y una puesta de sol
Las locuras se van dando sin pensarlo, y esta era una de esas apuestas que había que jugar. Tenía demasiadas ganas de pasar tiempo contigo y un viaje era la excusa perfecta para compartir a tu lado. La historia de cómo te hice llegar estar sorpresa, quedará en otro escrito y es para otro capítulo a parte, pero sólo decirte que los nervios que tenía cuando te lo entregué fueron descomunales [...]
El día llegó, tenía muchos nervios, no sabía cómo podía resultar: nervios porque nunca había estado solo tantos días compartiendo día y noche con alguien que me gustara de esta manera, nervios por las ganas que tenía de dormir a tu lado y mirarte dormir, nervios a veces por no saber qué decirte, nervios porque muchas cosas no estaban planificadas y se debía armar el viaje a medida que pasaban los días. Y si bien los nervios abundaban de algunas cosas estaba seguro: quería estar contigo, aprender de ti en este viaje, sorprenderte con lo mágico de este pueblo y que conocieras otra parte de mí.
Y obvio había otra cosa que también quería, pololear contigo. Hace semanas me venía dando vuelta en mi cabeza las ganas que tenía que fueras formalmente mi pololo, y si bien ya sentía una relación única contigo, quería que fuese algo serio y que tuvieses la seguridad que solo tengo ojos para ti y que por ti siento algo que jamás había vivido. Algunas ideas tenía, San Pedro era el lugar perfecto, pero no quería apresurarme, no quería presionarte tampoco, no sabía si era pronto como para hacerlo, así que esperé a ver si en este viaje algo podía pasar y si no, obvio tenía un plan y cierta locura preparada para sorprenderte.
Te dejaste llevar por este loco y yo que tan sólo tenía el pasaje, el hotel reservado y una ilusión de que el viaje saliera de la mejor manera. La verdad, nos dejamos llevar por San Pedro, el pueblo nos fue guiando a conocerlo; bicicletas, cordillera de los dinosaurios, luego un auto arrendado que nos llevó a cada lugar que quisimos, a nuestros tiempos, nuestros espacios, nuestra música, nuestra comida, todo se iba dando de la mejor manera y qué podía salir mal, si somos un par de cabros enamorados que se quieren comer el mundo.